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Se que no descubro nada nuevo con este titular...
En el fondo, estamos viviendo una crisis que se bate en los mercados y entre actores que no tienen rostro, pero cuyas víctimas sí lo tienen porque acaba perjudicando a la economía real. A la tienda donde compro el pan, a la empresa editora del periódico que leo cada día o al restaurante donde me gusta ir a comer.


Porque hablar de economía es hablar de la relación entre seres humanos, su trabajo y el planeta Tierra que nos da sustento a todos. Somos seres vivos y humanos que vivimos en un planeta y tenemos necesidades: de comida, de vestido, de vivienda, de transporte, de relación, de cultura… y entramos en contacto unos con otros para proveer nuestras capacidades y resolver nuestras necesidades. Esto es economía real.

La economía no es complicada, no consiste en modelos económicos inextricables salidos de largas ecuaciones matemáticas que no sirven para explicar la crisis que vivimos en la actualidad. Nadie conoce la salida de la crisis pero todos dicen saber cómo nos vamos a comportar en el mercado; no deja de ser bastante preocupante que alguien se permita predecir cómo me voy a comportar yo en algún sitio.

Si queremos explicarlo todo con ecuaciones matemáticas, acabaremos renunciando a nuestra libertad, porque una predicción matemática indicaría un comportamiento obligatorio. Esto es precisamente lo que ha pasado hasta ahora. En el terreno económico, nos comportamos como seres libres, sino colectivos; hay una alienación general, damos por sentado que las cosas son así, que todo el mundo hace lo mismo… Y en el fondo nos pasamos la vida como los hámsteres enjaulados que dan vueltas a una rueda que no cesa de moverse pero no cambia de lugar. 

En este momento de crisis es bueno hacer una reflexión sobre todo este panorama y partir de una idea clara: economía es relación entre seres humanos. Tenemos que cambiar el modelo económico que nos ha inmerso en esta crisis, y que tiene como centro neurálgico el beneficio, por una economía que este basada en el ser humano. Esto no significa que el beneficio haya de desaparecer; al contrario, el beneficio tiene que existir pero en su sitio: al final de la cadena. En el centro está el ser humano.

El beneficio no es el objetivo, sino el indicador de que has sido capaz de crear riqueza, de que estás actuando correctamente. Si somos capaces de entender esto, empezaremos a cambiar el mundo.


Fuente: Joan Antoni Melé - http://www.dineroyconciencia.es/




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